Vicente Lucca. Magia Mental para los más escépticos.

“Concéntrate en el nombre de tu gato… Piensa en el nombre de tu primer beso… Recuerda tu travesura más divertida… ¿Ya sabes lo que se siente cuando te leen la mente?”

Vicente Lucca apareció en el estudio antes de la hora que teníamos prevista para su intervención. Entró sigilosamente, con su sonrisa puesta, nos saludó con un movimiento de mano y siguió muy atento la conversación telefónica que manteníamos en ese momento. Mientras charlábamos con el invitado al otro lado de la línea telefónica, nosotros, disimuladamente, también estábamos atentos a sus movimientos… sin duda estaba “calentando” manos y mente para lo que venía después.

La entrevista resultó de lo más agradable, hicimos un repaso a su trayectoria, en la que también se incluyen momentos de enorme grandeza que dan talla de la humanidad de este mago. Buen ejemplo de ello fue su actitud del pasado mes de septiembre en Méjico, cuando se vio metido en medio del terrible terremoto que asoló el país. “Estaba con un amigo y pensábamos que realmente nosotros teníamos un trabajo que tampoco era tan útil. Ves a los médicos, a los enfermeros, a los ingenieros… y nosotros solo éramos magos, pues… ¿qué podíamos hacer?” …y lo hicieron. Su trabajo consistió en ir a los centros habilitados para personas que habían perdido su casa, e intentar llevar una sonrisa en los momentos en que uno más lo necesita.

Vicente Lucca anda estos días haciendo su show “Magia Mental” en la sala madrileña “La escalera de Jacob”. Las críticas le sitúan en primera línea de los espectáculos de este tipo que actualmente se pueden ver en la capital. En Navidades será en León donde podrán verle con ocasión de su participación en el Festival “León vive la Magia”.

Tener un mago en el estudio y no sentirnos como niños sería imposible y así ocurrió en la última parte de la entrevista cuando Vicente Lucca fue capaz de leer nuestras mentes. Adivinar una hora escrita en un papel y comprobar que era la misma que marcaba un reloj de pulsera –parado por uno de nosotros- nos hizo cuestionar nuestro escepticismo. Sí, estábamos en la misma mesa, apenas nos separa un espacio de centímetros… y ocurrió.

Terminada la entrevista, Vicente nos saludó muy cariñosamente, se despidió y salió igual que llegó… con su sonrisa puesta, y allí nos quedamos, desmontando el equipo como cada viernes, con la diferencia de que en esta ocasión la conversación se prolongó durante un buen rato “¿cómo demonios lo ha hecho”?


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